Crear una agenda de apoyo, tanto para emprendedores como para el ecosistema, es una de las líneas fundamentales de trabajo que proponen expertos del Banco Interamericano de Desarrollo para la recuperación de la economía en América Latina.
Dicha agenda debe enfocar esfuerzos en amortiguar la caída de ingresos mediante programas de capital semilla, generar demanda para sostener la actividad emprendedora y aprovechar las capacidades de las organizaciones del ecosistema.
Un estudio reciente del BID y Prodem explora los impactos de Covid-19 en la economía las y las respuestas de los emprendedores y ecosistemas, con base en una encuesta a 2.232 emprendimientos de América Latina y el Caribe (ALC) y a 429 instituciones de apoyo tales como incubadoras, aceleradoras, company builders, espacios de coworking y agencias públicas de apoyo a la innovación.
El estudio realizado señala que ocho de cada 10 emprendimientos están siendo fuertemente afectados por esta crisis. En particular, la mitad de quienes aún no habían puesto en marcha su emprendimiento interrumpieron el proceso, mientras que un 53% de los que ya vendían, dejaron de hacerlo. Y lo más preocupante, solo la mitad podría resistir hasta dos meses sin cerrar la empresa.
Los impactos son mayores entre las empresas de menor trayectoria. Dos de cada tres empresas con menos de un año de vida dejaron de vender, frente a algo menos de la mitad de las que tienen al menos tres años. Por el contrario, los emprendimientos del sector tecnológico y las empresas jóvenes que más habían logrado crecer en los años anteriores, estarían sufriendo un poco menos. El 29% de las tecnológicas dejó de vender, frente a más del 80% en otros sectores de servicio; mientras que apenas un tercio de las empresas más dinámicas dejaron de vender, frente al 53% del promedio general.
La pandemia también está pasando la factura en el ánimo general de los emprendedores y sus equipos. Dos de cada tres emprendimientos han visto decaer significativamente el ánimo de su equipo emprendedor, algo que se da de forma aún más acentuada entre sus empleados (71%).
Ante la crisis, la mayoría de los emprendedores refiere que solo cuenta con el apoyo de su equipo interno (56%) y, en menor medida, de su red social más próxima como familiares y amigos (39%). Al parecer las organizaciones del ecosistema no estarían jugando un rol protagónico de acompañamiento en la etapa actual. Un 44% calificó la reacción de estas organizaciones y su apoyo como lento e insuficiente, o incluso inexistente (29%). No obstante, el reconocimiento de los emprendedores a estos apoyos es algo superior entre las empresas más dinámicas y las de mayor edad, así como también en los ecosistemas de Uruguay, Costa Rica y Chile.
El impacto también es muy importante entre las organizaciones de apoyo de los ecosistemas de emprendimiento e innovación de América Latina. Dos de cada tres han detenido o disminuido su trabajo con los emprendedores. Los principales problemas que enfrentan son la falta de servicios apropiados para las necesidades de los emprendedores en la emergencia (68%) y la incertidumbre sobre su funcionamiento futuro (64%), así como las caídas significativas de sus fuentes de financiamiento (62%). Y solo una de cada cuatro organizaciones es optimista con respecto a la pronta recuperación de su actividad.
Pero no todos los países muestran el mismo comportamiento. Los ecosistemas de Uruguay, y en menor medida el de Chile, son los menos afectados. Esto se da posiblemente por una mayor capacidad de resciliencia y flexibilidad para adaptarse rápidamente al nuevo escenario, fruto de un mayor sendero de acumulación de capacidades institucionales y articulación previa a la crisis. Por el contrario, los ecosistemas que registran los mayores impactos de la crisis son los de Bolivia, Ecuador, Panamá, Guatemala, El Salvador y Venezuela.
La principal respuesta que tendieron a dar estas organizaciones es la implementación de actividades online como cursos, seminarios virtuales y canales de asistencia (66%). Son mucho menos frecuentes, sin embargo, otras acciones de mayor proximidad con los emprendedores, como por ejemplo el acompañamiento online (18%), las mentorías (5%) o la gestión de apoyos públicos para aliviar a las empresas (3%).
En este contexto, diversas instituciones han impulsado acciones tendientes a promover el involucramiento de los emprendedores para generar soluciones a los problemas derivados de la crisis. Las más frecuentes son los hackatones y desafíos, como por ejemplo el Reto COVID-19 de la Alianza para el Emprendimiento y la Innovación en Ecuador, el HackCovid-19 que se desarrolló en Argentina, Uruguay y Costa Rica, el hackaton regional «Cada Día Cuenta», y las iniciativas chilenas HackThePandemic y “COVID, Colaboración y Vida”, por nombrar sólo algunos casos.
Los gobiernos de la región también lanzaron retos y convocatorias de innovación para orientar las capacidades emprendedoras hacia las nuevas demandas, muchas veces para desarrollo de una oferta local de insumos críticos.
También han surgido iniciativas de plataformas de vinculación entre problemas y soluciones como la organizada por Innpulsa en Colombia, o de formación y asistencia a la reconversión de emprendedores como PLAi en México.
Cómo es el camino a la recuperación
Expertos del BID manifiestan que se debe proteger a las nuevas empresas con potencial de crecimiento, preservando su capital humano y organizacional. Hay que actuar rápidamente para que los emprendedores dinámicos e innovadores y los ecosistemas de apoyo puedan ser parte de la solución.
La agenda de políticas tiene que considerar medidas que promuevan el acceso al financiamiento vía capital semilla, tanto para atender la emergencia como para apoyar a los emprendedores a repensar sus modelos de negocios dadas las condiciones de la nueva normalidad. Pero también debería apuntar a generar demanda para sostener la actividad emprendedora, lo cual incluye impulsar las compras del Estado, especialmente ligadas a la innovación, así como las acciones para orientar y potenciar las propuestas de valor de los emprendedores hacia los desafíos sociales y productivos del escenario posterior a la pandemia.
Por último, esta agenda debe contemplar a las organizaciones del ecosistema de innovación, apoyándolas para enfrentar y superar esta crisis, acompañando en la actual coyuntura la adaptación de sus servicios a las nuevas necesidades de los emprendedores.