El reporte “Space: Investing in the Final Frontier”, de Morgan Stanley, prevé que los ingresos de la industria espacial global alcanzarán USD 1 trillón para 2040. Entre los factores que sustentan la expectativa de este boom se encuentra el hecho de que Estados Unidos generó, en 2019, un área militar denominada Fuerza Espacial, que aumenta el interés de Rusia y China por mantenerse dentro de la carrera espacial. En el caso de Estados Unidos, el gran diferenciador es que la conquista del espacio ahora está abierta a empresas privadas.

De otro lado, según Forbes, la economía espacial mundial creció un promedio de 6.7% anual entre 2005 y 2018, casi el doble del crecimiento de la economía mundial, que fue del 3.5%. Las agencias espaciales ven esta irrupción comercial con buenos ojos, pues elimina la dependencia completa de los erarios públicos. Muchos conocen este movimiento como “New Space”.

Morgan Stanley ve a los cohetes hoy como ascensores que permiten poner en órbita satélites capaces de desenvolver un inmenso campo de uso comercial. La transmisión de datos satelitales figura como un elemento clave para la industria espacial. La firma corredora estima que el 50% del crecimiento de la space economy hacia 2040 provendrá de los satelites.

“La demanda por los datos está creciendo a una tasa exponencial. Al mismo tiempo, el costo de acceso al espacio está cayendo. Creemos que una de las oportunidades más grandes viene de proveer acceso a internet a muchas partes del mundo que hoy no tienen conexión; pero también es previsible que habrá mayor demanda por parte de autos autónomos, Internet de las Cosas (IoT), Inteligencia Artificial, realidad virtual y video”, explicó Adam Jonas, analista de renta variable de Morgan Stanley.

El reporte de Morgan Stanley explica que el costo integral para el lanzamiento de un satélite se ha reducido a alrededor de USD 60 millones, desde los USD 200 millones que costaba. Sin embargo, el crecimiento de ese mercado puede hacer que se reduzca a medio millón por cada satélite.

El informe de la Satellite Industry Association, elaborado por Bryce Space and Technology en 2020, señaló que el mercado tuvo un valor de USD 366 billones en 2019.

Por supuesto, esta coyuntura está conectada con otra decisión anterior. En 2014, la NASA informó que había seleccionado a Boeing y SpaceX para transportar tripulaciones estadounidenses hacia y desde la Estación Espacial Internacional utilizando sus naves CST-100 y Crew Dragon, respectivamente, con el objetivo de poner fin a la dependencia exclusiva de las naves de Rusia.

Esta decisión abrió la puerta del espacio a las empresas privadas. Los ojos se posan hoy en los millonarios que, como Sir Richard Branson o Jeff Bezos, han logrado inaugurar los viajes espaciales por placer. Sin embargo, la industria espacial también encuentra terreno en otros sectores, como la televisión, los servicios móviles satelitales, la radio satelital, la observación terrestre y la manufactura de infraestructura espacial.

Por otra parte, el emprendedor James Slifierz, fundador y ceo de la firma de observación satelital SkyWatch, afirma que la conquista del espacio debe caracterizarse por un elemento: la democratización.

“La parte emocionante de que las barreras de costos caigan es que más países, más geografías, tienen posibilidades de participar en este mercado. Antes, pensar que una firma en otro país que no fuera Estados Unidos pudiera levantar millones de dólares en inversión sonaba lejano; hoy no. SkyWatch, como empresa, está más emocionada que nunca por el número de compañías con las que podemos hacer alianzas en todo el mundo”.

Perspectiva y oportunidad de América Latina

El 17 de febrero, el Congreso de Nicaragua, una de las naciones de la región más pobre y propensa a los conflictos, aprobó una ley para crear una agencia espacial. Costa Rica, conocida por su relativo crecimiento y estabilidad, hizo lo mismo el 18 de febrero, el día en que el explorador Perseverance de la NASA aterrizó en Marte.

Esto implica que países con escasos recursos le están apostando a tecnología espacial, ahora que parece abrirse una ventana de oportunidad con el abaratamiento de los costos y la apertura para el sector privado.

Hay varios países en desarrollo que están interesados principalmente” en las tecnologías espaciales para abordar los desafíos del desarrollo. Algunos quieren un satélite de comunicaciones “porque ofrece un excelente rendimiento de la inversión y ayuda a cerrar la brecha digital. Es por eso que rara vez se ve a un país en desarrollo hablar de exploraciones espaciales. El crecimiento de la industria espacial comercial y las perspectivas de acceso mundial a internet desde constelaciones de satélites podrían ayudar cada vez más a los países que carecen de cobertura.

Los datos satelitales también pueden orientar el desarrollo de los cultivos, ayudar a la industria y la gestión de desastres naturales, rastrear el clima y otras condiciones relacionadas con enfermedades. En este sentido, cabe resaltar que más de 50 países tienen agencias dedicadas a asuntos espaciales.

En este contexto de crecimiento y de oportunidad, en marzo pasado, la Agencia Espacial Mexicana informó que la firma de Elon Musk, Space X, lanzaría, en junio, la misión Satelital Internacional D2/Atlacom-1. El satélite contribuiría en la investigación, para avanzar a una mejor planificación del uso de la Tierra, una cadena de suministros cada vez más sostenible y la conservación de recursos naturales, resiliencia ante desastres, y reducción de costos.

La noticia de que un nanosatélite se lanzaría como parte de los vuelos de SpaceX destacó porque, en la construcción del satélite, participaron tres empresas, una de ellas mexicana.

En opinión de José Hernández, uno de los astronautas mexicanos enviados al espacio por la Nasa, el principal reto para las compañías mexicanas que quieran ingresar a la industria espacial está en el fondeo.

“Lo que las empresas van a tener que hacer es generar un diferenciador, porque los jugadores que ya están operando tienen capacidad de invertir mucho para ir un paso adelante. Para una firma más pequeña será, ciertamente, más difícil. Habrá mucha competencia”, señala.

Hernández afirma que la colaboración del gobierno en el financiamiento de proyectos de investigación es un elemento central que da solidez a la industria local.

De otra parte, para Gunter Barajas, periodista especializado en temas de tecnología, un común denominador de los países altamente integrados con la industria aeroespacial, no es ni la ubicación geográfica ni una mano de obra barata, sino la capacidad de generar el talento, estableciendo como prioridad los programas académicos donde se privilegia la innovación en el desarrollo de partes o componentes y la digitalización de los procesos de manufactura.

Según Barajas, la oportunidad para la economía mexicana en este mercado con un potencial de 34.000 aeronaves de demanda, adicionales en los próximos años, representa un negocio potencial de demanda de paquetes de compra de componentes por un monto de USD 600 millones anuales, estos paquetes ya están identificados por comprador y componente.

“El reto que no ha logrado superar la industria mexicana, es la poca alineación de las capacidades de manufactura avanzada y talento para poder desarrollar los diseños de los componentes y asegurar que estas partes cumplan con las necesidades para las cuales han sido desarrolladas”, puntualizó el periodista.

Finalmente, Juan Carlos Mariscal, CEO de Dereum Labs, firma mexicana dedicada al desarrollo de misiones espaciales, manifiesta que no hay un sector espacial en México, por lo que uno de nuestros mayores retos es vencer la falta de interés, tanto de la sociedad en general como de la industria.

“Lo que nos detiene es esa mentalidad de que el espacio y su exploración es algo que no nos corresponde a los mexicanos. Y esta idea permea por todos los estratos de la sociedad e, incluso, en el gobierno”, agregó Mariscal.

Finalmente, el directivo de Dereum Labs aconseja a los emprendedores en México y Latinoamérica que sean flexibles a las necesidades de un mercado que espera un retorno de inversión a muy corto plazo, cosa que pocas veces sucede en el sector espacial. Y, como casi todo lo que se hace en el espacio, aconseja tener socios de otros países, con otras perspectivas, que ayuden a la empresa a expandir sus oportunidades.

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