Esta semana Vaas, la fintech de gestión de deuda privada, anunció que recibió su primera ronda de financiación dirigida por Andreesen Horowitz en la que consiguió levantar hasta US5 millones para el lanzamiento de su plataforma en América Latina. Sin embargo, esta es una labor casi que “obligatoria” en el checklist de cualquier emprendedor que aspire a poner en lo más alto su idea de negocio. Lo particular de este caso, es precisamente lo que hay detrás de esta historia.
Aunque lo que más ha llamado la atención de los titulares ha sido precisamente la corta edad de su fundadora, la cual es oriunda de Cali y tiene 25 años; para otros, la noticia es precisamente la determinación de Valentina Valencia para renunciar a la comodidad que representa estar en importantes compañías del sector financiero para seguir la convicción de sus sueños. Por lo visto, ni la remuneración, ni el cargo fueron suficientes para hacerle “jaque” a su ilusión.
Aunque desde muy temprana edad Valentina comenzó a relacionarse con grandes celebridades, lo que llevó hasta allí, además de sus mentores a quienes les agradece, también fue su capacidad de cuestionar y retarse a sí misma para aprender y aprovechar de campos tan “complejos” y desconocidos, hasta ese momento.
“Hace siete años Gib Lopez me entrevistó para una posición de servicio al cliente en PayJoy. Ese fue el inicio de una carrera que sólo mirándola hacia atrás hace tanto sentido. Me corregía mi inglés, mi pitch de ventas, y me daba tips que hasta hoy los llevo cerca”, comentó Valentina.
“Gracias a él, pude llegar a trabajar con Linda Chew, CFA, mi maestra financiera y de todos los Excel shortcuts. Nunca hice investment banking pero ella sí, y nos empujábamos como si todavía ella estuviera. Me dijo Valen haz el CFA, nunca te quedes solo con lo que tienes. Me tiraba al ruedo cuando creía que podía hacerlo sola y siempre me ponía en situaciones nuevas. La última fue cuando decidió irse a su siguiente proyecto y me dejó un contrato de crédito para manejar por US$30 millones. Me demoré un par de semanas para entender ese laberinto pero por fin lo cogí”. Tras haber acumulado una sólida experiencia tanto en operaciones como en finanzas, se mudó a Architect Capital, uno de los primeros fondos de deuda para estructurar líneas de crédito para nuevas empresas en América Latina.
“Ahí conocí a James Sagan, la tercera y gran parte de mi historia. Le dije que si podía aprender de él y darme el chance de aprender más del mundo financiero. Recuerdo que no entendía ni la mitad de lo que él y Francis Shih hablaban y un día le pregunté que cómo había hecho para saber tanto. Me dijo “V, aprenderás por ósmosis”. Y estaba en lo correcto. Si, escribí cada palabra que no entendía en un cuaderno y luego lo googleaba o le preguntaba a él”.
Fue así como Caicedo logró estar en las dos caras de la moneda. Por un lado, administrando una deuda de US$30 millones y tiempo después, en la firma que otorgó ese préstamo. Lo que dio valor a su experiencia, vida a sus ideas y reducir el nivel de riesgo y de incertidumbre al momento de crear su propia empresa.
“Me familiaricé íntimamente con las complejidades del mercado de deuda privada, tanto que entendí por qué a las empresas emergentes les resulta increíblemente difícil obtener deuda o incluso son reacias a buscarla. Afortunadamente, la madriguera de conejo en la que me metí desencadenó algunas ideas que me llevan hasta aquí hoy”.
La innovación
La caleña logró identificar una oportunidad de mercado para brindar transparencia a todos los jugadores y mejorar la eficiencia operativa con la que las empresas fintech, los proveedores de deuda y los intermediarios financieros administran y suscriben líneas de crédito. De este modo, la caleña se ingenió una plataforma que pretende automatizar todas las fases de ese proceso de gestión de deudas estructuradas en empresas, principalmente, compañías fintech que acceden a créditos de millones de dólares.
Lo que hace este software es tomar los documentos con los que se negociaron la deuda y resalta lo que importa para ser operado, incluyendo los procesos de las Fintech y de las fiduciarias. En el procedimiento, comparan los documentos en Excel para definir si cumple o no cumple lo que se fijó en el contrato.
Aseguró que en este momento más que nunca, las empresas en Latino América necesitan acceder a soluciones crediticias viables que apoyen la innovación y diferentes modelos de negocios, “y nosotros, en Vaas, tenemos la misión de construir la infraestructura necesaria para que esto suceda”.
Vale la pena destacar que las inversiones de capital de riesgo en la región alcanzaron los 20.000 millones de dólares el año pasado, lo que hace necesario que muchas empresas de capital intensivo tengan acceso a la deuda.