Uber nació de un momento decisivo en la tecnología. El auge de los teléfonos inteligentes, la llegada de las tiendas de aplicaciones y el deseo de trabajar a pedido impulsaron su crecimiento y crearon un estándar completamente nuevo de comodidad para el consumidor, que por su éxito ha sido replicado por empresas de otros países como China o India.
“Lo que comenzó como ‘toque un botón, obtenga un viaje’ se ha convertido en algo mucho más profundo: viajes compartidos; entrega y flete de comidas; bicicletas y scooters eléctricos; automóviles autónomos y aviación urbana”, según indica Dara Khosrowshahi, director ejecutivo de la compañía.
A partir de ese momento, el transporte masivo no volvió a ser el mismo y se volcó hacía un nuevo horizonte que ‘desaceleró ‘ las caóticas ciudades colombianas y más de mil centros urbanos en el mundo, bajo la tarea titánica de aliviar el bolsillo, el tiempo y la tranquilidad de quienes tienen o deben de salir a cumplir con sus labores diarias.
Sin embargo, su crecimiento no ha sido un golpe de suerte. Desde sus inicios, Uber ha tenido que batallar con el ‘transporte tradicional’ quien ha intentado sacarlo del mercado una y otra vez, no solo en Colombia, sino también en el resto del mundo. Pero aún así, continúa consolidándose como una de las startups más grandes del mundo que ha logrado llegar a la cima en tiempo récord. A solo tres años de su fundación, ya alcanzaba un valor de US$60 millones gracias a las inversiones de varias personas interesadas en el proyecto.
Hoy en día, hace parte de las plataformas digitales que mueven el 0,23% del PIB en Colombia, según las estimaciones de Fedesarrollo. Adicionalmente, es una de las apps de transporte más representativas de trabajo independiente en Colombia, puesto que cuenta con aproximadamente dos millones de usuarios y más de 60.000 conductores activos; después de Cabify y Taxis Libres.
Aunque es evidente su contribución a las cifras del país, Uber, al igual que los demás competidores de su sector, están condenados a cargar con la cruz de la “informalidad” y están a “un hilo” de ser expulsados de las calles colombianas debido a la falta de reglamentación de sus servicios. Peor aún, en el intento por equilibrar la cancha con los taxistas quienes deben incurrir en altos costos para operar en el país.
Su salida se llevaría a cabo a través de un proyecto de ley que alista la Superintendencia de Transporte y que llegaría al Congreso de la República para su discusión, una vez este retome sus funciones el próximo lunes 6 de febrero. Cabe destacar que este constituye su tercer borrador.
Alianza In, el gremio de aplicaciones e innovación, explicó que de aprobarse este documento que aún está “en vilo”; las plataformas de transporte serían bloqueadas en la web mediante procedimientos administrativos. Y, que de hacer caso omiso a la medida, podrían presentarse inmovilizaciones hasta por tres meses de los vehículos de conductores que utilicen la plataforma y, además, se establecerían multas de hasta $10 millones para los usuarios de las mismas.
Pero qué tan coherentes son estas medidas en un país que tiene dentro de sus primeros renglones el apoyo a los emprendimientos. Pues aunque Uber ahora es un magnate tecnológico, su esencia sigue siendo la de una startup: generar soluciones a través de las TIC. Sin embargo, estas no han sido razones suficientes para quedar por fuera de la lupa del Gobierno Nacional. Pues en los últimos días, el presidente Gustavo Petro, afirmó categóricamente, “que estas empresas extranjeras prestan un servicio público ilegal sin autorización, lo que implica una transferencia de riqueza nacional al exterior usando la fuerza laboral nacional”. De este modo, se espera que por fin se den las bases de este debate que por mucho tiempo se ha aplazado, pero que merece toda la atención por los actores que involucra y por los empleos que genera. Un estudio de Fedesarrollo mostró que, si dejan de operar, 44% de los conductores estaría desocupado y 32% tendría otro trabajo.
No obstante, el Gobierno ha sentado su posición afirmando que no radicará el proyecto hasta que haya un consenso, el cual se llevará a cabo mediante la realización de audiencias públicas en todo el país. Vale la pena resaltar que, el ministerio de Transporte, acompañado de las carteras de Trabajo y de las TICs, iniciarán una Mesa técnica con el fin de construir una política pública sobre el uso de las plataformas en la que participarán los representantes de todos los actores.
Mientras eso sucede, Uber expresó estar seguro de que es posible lograr una regulación moderna que impacte positivamente en la movilidad compartida a nivel nacional. “Seguiremos apoyando los esfuerzos para llegar a buen puerto en materia regulatoria y, especialmente, para que el país tenga una política pública que responda a las necesidades de movilidad de las personas y las que desean generar ganancias adicionales de manera flexible”, señaló la compañía.
