Brasil y México, las dos mayores economías de América Latina, experimentaron una caída en la inflación durante marzo, marcando varios meses consecutivos de descenso en el costo de vida. Esta tendencia a la baja es especialmente significativa después de un periodo de incremento en las tasas de interés por parte de los bancos centrales para desincentivar el consumo y controlar el fenómeno de la alta inflación.
En el caso de México, la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) llegó a un 6,85% interanual en marzo, el dato más bajo en al menos un año y cinco meses. Esta disminución se debió a una considerable desaceleración en los precios de la energía, alimentos, bebidas no alcohólicas, vivienda, transporte y otros. Sin embargo, la inflación subyacente, que excluye los alimentos y energía debido a su volatilidad, fue mayor de lo pronosticado, alcanzando el 8,09% anual en marzo, frente a las expectativas del 8,07% de las entidades financieras mexicanas.
Esta noticia es un alivio para los ciudadanos mexicanos, ya que desde agosto del año anterior habían enfrentado una inflación cercana a dos dígitos, lo que llevó a una política monetaria restrictiva por parte del banco central, con un aumento sostenido de las tasas de interés para enfriar la economía y controlar las alzas.
Pero este no fue el único resultado positivo para la región. Brasil también registró una tendencia a la baja en la inflación, con una variación anual del IPC del 4,65% en marzo, la tasa más baja desde enero de 2021. Este dato se ubicó dentro del objetivo del banco central del país, que es del 1,75% al 4,75%. La disminución de este indicador se debió principalmente a la desaceleración de los precios de alimentos, bebidas y transporte, aunque los precios de la salud y el cuidado personal se aceleraron.
Las acciones
Estos resultados positivos en la reducción de la inflación en Brasil y México llegan apenas una semana después de que 11 naciones de América Latina acordaron acciones para combatir la inflación y fortalecer la integración y el comercio en la región. Vale la pena recordar, que los líderes de Argentina, Belice, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Honduras, Venezuela y San Vicente y las Granadinas se reunieron virtualmente el 5 de abril en una cumbre con el objetivo de fortalecer sus economías y sectores productivos.
Entre las propuestas acordadas, el bloque se comprometió a avanzar en la definición de facilidades comerciales y medidas logísticas para promover escenarios más flexibles para la venta y compra de materias primas entre los países miembros. Además, afirmaron que se buscará simplificar el acceso al crédito internacional. Un comunicado del Gobierno mexicano señaló que el grupo latinoamericano tiene la intención de invitar a otros países de la región a unirse a estos esfuerzos con el objetivo de contribuir al bienestar integral de América Latina y el Caribe.
La reducción de la inflación en Brasil y México es una señal positiva para estas economías y para la región en general. Según expertos, la inflación alta puede tener efectos perjudiciales en la economía, como la erosión del poder adquisitivo de los ciudadanos, el encarecimiento de los productos y servicios, y la disminución de la inversión y el consumo. Por lo tanto, una disminución sostenida de la inflación puede ser un indicador de que las políticas monetarias y fiscales implementadas están teniendo un efecto positivo en el control del costo de vida y en la estabilidad económica.
¿Qué sucede con el resto de países?
Aunque Argentina, históricamente se ha consolidado como la segunda economía más sólida de la región, la sequía le está jugando una “mala pasada” con un impacto devastador en sus números y en la política del país. La falta de lluvias ha provocado pérdidas millonarias en las cosechas de maíz, trigo y soja, que son los principales productos de exportación de Argentina y generan empleo e ingresos fiscales. Se estima que esta situación le costará a la economía argentina alrededor de US$19.000 millones.
La emisión de dinero por parte del gobierno, las luchas políticas internas y la incapacidad para controlar el déficit han llevado a una inflación anual que ha superado el 100%, y el peso argentino ha perdido dos tercios de su valor desde el inicio de la pandemia, a pesar de los controles de divisas implementados.
La escasez de dólares resultante de la falta de ingresos por exportaciones limitará las importaciones de las fábricas argentinas, lo que llevará a nuevos controles de divisas y alimentará aún más la inflación a través del aumento de los precios de los alimentos. El costo de la carne, por ejemplo, ha subido más de un 30% en febrero.
El gobierno de Alberto Fernández ha implementado medidas desesperadas para evitar la implosión económica, como canjes obligados de bonos y la creación de múltiples tipos de cambio. Sin embargo, los analistas advierten que estas estrategias podrían generar problemas a futuro y aumentar el riesgo de una devaluación masiva de la moneda, lo que provocaría un mayor repunte de la inflación y un aumento en la pobreza.
La economía chilena también enfrenta desafíos en los últimos meses, con el dato de febrero marcando la quinta contracción interanual en un semestre móvil. Aunque en 2022 se registró un crecimiento del 2,4% en comparación con el año anterior, este resultado estuvo por debajo de las expectativas del mercado. La moderación del consumo se ha hecho evidente a medida que los hogares han agotado los recursos extraordinarios utilizados durante la pandemia, lo que ha generado presiones en la economía de este país. Estos datos destacan la necesidad de abordar los desafíos económicos actuales y buscar estrategias para impulsar la recuperación económica en el futuro.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Chile y Haití serán los únicos países de la región que registrarán una contracción del PIB en 2023, de 1,1% y 0,7%, respectivamente.